Presentación, el jóven y apuesto Edie (Edmundo), que sólo tiene 19 años, está construyéndose un nombre en lo profesional y a punto de casarse con su novia, la catalana Mercedes, quien por cierto, me parece un poco ligerita. A mí la relación de ésta con Fernando no me parece muy presentable. Si una está para casarse con otro, no anda rozándose con Fernando y diciéndole fruslerías. Pleno siglo XIX y así las cosas, para que luego hablen de los tiempos modernos. Está todo inventado.
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Lo maravilloso de este libro es, ante todo, que es divertido, porque pasan muchas cosas y muy interesantes. La mayor virtud de un escritor es el conseguir que quieras seguir leyendo. Ser un erudito y culto latiniparlo está muy bien pero si me aburre, dejo el libro y no hemos conseguido nada (Proust, Joyce, etc.) Pero lo sublime es conseguir retratar la vida y la naturaleza humana con tal puntería y acidez.
Cuando el honorable Morrel visita al villano Villefort oímos de boca de este último "yo era entonces realista porque creía ver en los Borbones no solamente los herederos legítimos del trono, sino los electos del pueblo; pero las jornadas milagrosas de que hemos sido testigos pruébanme que me engañaba. El genio de Bonaparte sale vencedor. El monarca legítimo es el monarca amado." Representación magistral del sempiterno chupóptero político que con tal de medrar servirá, con justificación transcendental de por medio, a cualquier diablo que le ayude en la escalada. Y al final descripción universal de la carrera política. El encuentro entre el naviero y el sustituto del procurador es genial en cuanto a representativa de la miseria humana, como, me da la sensación, es todo el resto de la novela.
Una cosa me preocupa: la virtud de Mercedes. Si bien Dumas habla del refugio que supone la religión para la moza en varias ocasiones, hay un pasaje, cuando hacen preso a Dantés "la pobre había encontrado a Fernando en la esquina de la calle de la Logia, a Fernando, que había seguido sus huellas y, volviendo a los Catalenes, se arrojó en su lecho moribunda y desesperada. De rodillas y acariciando una de sus heladas manos, que Mercedes no pensaba en retirar, Fernando la cubría de ardientes besos, ni siquiera sentidos por ella. Así transcurrió la noche [...]" A la mañana siguiente ahí seguía Fernando, pero, sentado en una silla velando el sueño de la bella o ¿habían ido los "ardiente besos" más alla aprovechando la ausencia mental de Mercedes? Esta duda me consume.
En la prisión ya hemos contactado con el Abate Faria y su ingenio. Este le ha demostrado a Dantés en cinco minutos cómo se ha tramado la operación en su contra. Dice Edie : "Me hacéis estremecer. ¿No estará poblado el mundo sino de tigres y cocodrilos?" -"Indeed Sir" - Jeeves dixit
que no me da tiempo! que no me da tiempo! voy muy retrasada ... tendré que ponerme las pilucas!!!
ResponderEliminarDumas fue un genio. Recuerdo que leí la edición íntegra de El Conde de Montecristo hará unos cuatro o cinco veranos, y tras las cicuenta primeras páginas tuve que acercarme al centro de salud más próximo para que me suministraran algo para poder desengancharme. No pude dejarlo hasta que acabé el libro. Es fantástico, los malos son malísimos; el bueno, buenísimo; y la guapa, guapísima. Acaba bien. En fin, lo tiene todo. Eso sí, maldije la edición juvenil que leí en su día y que me había alejado tantos años del libro completo.
ResponderEliminarMuy buena entrada, aunque quizás algo injusta con Mercedes. Siempre quiso a Edmundo, ¿o no?
yo estoy enganchada, me duermo derrengada con el libraco en las manos todas las noches. no lo puedo soltar
ResponderEliminartengo que esconderlo, Ori lo persigue!!!
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