domingo, 4 de abril de 2010

PUDOR Y DIGNIDAD

DE DÓNDE? Una persona interesante me recomendó este libro. Me dijo algo así como que el autor te agarra del brazo y te arrastra a las profundidades de su alma. Yo no me resisto a algo tan prometedor. Son 150 páginas y la promesa de una revelación de la mano de un escritor noruego.
Lo nórdico está de moda, porque cuando fui a la Casa del Libro a buscar la novelita tenían tooodo un stand de cositas nórdicas. A mí no me llaman especialmente la atención, ni los hombres que amaban o no a las mujeres, tampoco los vampiros.

AUTOR: Dag Solstad “uno de los más innovadores autores de su generación”. Sus primeros trabajos fueron especialmente controvertidos, debido a su énfasis político (marxista por supuesto). Yo no tengo o no tenía ni idea de quién es este señor y tampoco me importa mucho de dónde viene intelectualmente hablando.

HISTORIA: Un día en la vida de un profesor de Literatura en un Instituto de Bachillerato. La reflexión vital que tiene lugar a lo largo de este día en su periplo por la ciudad con respecto a su amigo de la universidad y su mujer. Mención especial al “Pato Salvaje” de Ibsen.

PERSONAJES: Tres personajes, el protagonista Elías Rukla, su amigo de la facultad Johan Corneliussen y la que es primero mujer de este último y luego mujer del primero en segundas nupcias.

TOTAL: Si bien es cierto que la frase que origina todo esto es digna de mención, me refiero a la frase de Ibsen “Si quita usted la mentira vital a un hombre corriente, le quita al mismo tiempo la felicidad”(no puedo estar más de acuerdo), el resto de la novela se me descuelga un pelín. No estoy segura de si por el autor o por las traductoras. La figura del hombre que pasea por una ciudad y las reflexiones que tienen lugar en su cabecita, ya lo vi en el Ulises de Joyce. Aquí no aparece el concepto de periplo real por la ciudad de Dublín, bueno en este caso sería la ciudad noruega de Fagerborg, creo. Pero no he podido evitar acordarme, aunque reconozco que yo me rallo un poco buscando “referencias” anteriores de cualquier cosa que tenga delante, pero eso es un defecto mío, que encaro cualquier cosa con espíritu antropológico.
Como decía, el autor acierta en su reflexión sobre el sentido de la vida, el autoengaño, la alienación y todo eso y momentos en los que, en efecto, la narración te arrastra, y sin embargo me he encontrado algunos huecos, como cuando el autor se engancha en hablar de “vida social” o de “esclavos de las deudas” que no sé si quizás en noruego tengan sentido y las traductoras no han sabido hacerlo mejor o es un efecto voluntario, que a mí no ha gustado y de los que he tardado en recuperarme porque me destrozan el efecto.
La vida es bastante jodida y luego vas y te mueres. Esa es la verdad. Frecuente levantarse un día con el pie torcido, te pones a pensar en el sentido de la vida y la lías parda.
Y con la tontería el autor aprovecha para lucir todo lo que sabe de literatura noruega y Thomas Mann. No resulta especialmente elegante ni interesante.